Creo que fue un general irlandés el que dijo: «si preparas una guerra no busques un banquero, busca un poeta». Las personas que conformamos el proyecto de la Universidad Rural del Cerrato no teníamos conexión con el mundo de la producción alimentaria o la ganadería. Venimos del mundo cultural y del arte. Nuestra visión fue siempre la de recuperar las sabidurías en peligro de extinción. Lo mejor de las culturas campesinas, sin idealizaciones ni nostalgias. Recoger lo verdaderamente valioso (que es mucho) para proponer una alternativa realista a este nuevo e inquietante futuro. La reconquista de las soberanías perdidas.
Nos están robando muchas cosas, las soberanías más fundamentales, las que nos permiten sentir que tenemos las riendas de nuestras vidas: soberanía alimentaria, energética, de la salud, etc. Pero entre ellas hay una que a menudo pasa inadvertida, la trivializamos o no somos conscientes de su verdadera importancia y potencialidad. La hemos llamado «soberanía de la alegría». La música, la comunidad, el encuentro, la metáfora, la danza, el juego, la palabra, la celebración, el rito… son un patrimonio, un tesoro intangible que sostiene, cohesiona y hace posible la vida en comunidad. Es tan necesario como el alimento que nos nutre o el agua que bebemos. Nos están robando muchas cosas, pero entre ellas hay una muy importante: nos están robando el alma. Hemos dejado de cantar, de bailar, de jugar en comunidad; la tristeza y la apatía allanan el camino a la resignación y la desmemoria.
La creación cultural colectiva genera sinergias poderosas que devuelven a las comunidades la autoestima y la fe en sí mismas.
El ocio, lo que los sabios del Mediterráneo separaban de neg-otium siempre fue generado colectivamente y no como un producto de consumo más. La creación cultural colectiva genera sinergias poderosas que devuelven a las comunidades la autoestima y la fe en sí mismas.
Nos pusimos a trabajar con esa perspectiva desde un proyecto humilde y en apenas 4 años los resultados superan con creces nuestras expectativas. Estamos en una población de apenas 40 habitantes en invierno asolada por la despoblación (800 habitantes en 1950). Realizando talleres, charlas, dinámicas culturales, habilitando un espacio de encuentro y de cotrabajo, con cursos de recuperación de todas las soberanías (principalmente la de la alegría), hemos conseguido incrementar la población en 12 personas. Albergamos 5 proyectos creativos ligados a la Universidad Rural: La trama, aula textil educativa; Cabeza de Vento, teatro; El Naán, música ibérica de raíz; Laboratorio de prehistoria, arqueología experimental y Abuelita Ceiba, alternativas de salud integral. Gente joven ha decidido traer su proyecto y su vida desde la gran ciudad hasta aquí, algo que parecía quimérico hace muy poco. Es solo un pequeño ejemplo pero estamos convencidas de que la generación de un discurso y una dinámica cultural atractiva (e interconectada con la comunidad tradicional del lugar) es la clave, más que las opciones materiales que podemos ofrecer.
Estamos en un momento de redescubrimiento, de nueva mirada (por necesidad o no) hacia el mundo rural. Pensamos que la recuperación de esta soberanía que nos conecta, que nos hace volver a mirarnos a los ojos y reconstruir comunidad puede ser más fundamental de lo que a menudo pensamos.
Para la cruenta batalla contra la despoblación seguiremos buscando un poeta, una melodía, una metáfora ganzúa..
Este texto ha sido escrito por nuestro compaÑero Héctor Castrillejo y publicado en el número 27 de la Revista «Soberanía Alimentaria:BioDiversidad y Culturas» dedicada al Despoblamiento Rural.POdéis consultar la revista aquí