Cualquiera que haya estado por aquí ha visto que el tiempo y su paso van dejando huella en cada esquina del Cerrato.
Queremos ofreceros este texto precioso como homenaje a esta tierra, y a su poesía.
Estas casas están hechas con la carne del planeta
con tierra.
Son tierra y son Tierra.
Son carne
a veces sonrosada y a veces roja.
Para construirlas
primero
hay que arrancar la carne a la Tierra.
Después
en carne viva
se coloca con cuidado sobre los huesos.
Por último
se abre una puerta para que entre (y salga) el aliento.
En el dintel hay que poner un molinillo de café
cuatro o seis cerezas siamesas
una niña con gafas verdes
y después
contar hasta mil
tres veces.
Para destruirlas
no hay que hacer nada
nada.
Para los ojos de tiempo de las piedras
la hiedra es un fugaz latigazo
que abre un cuerpo.
Héctor Castrillejo San Millán